Me gusta ser la típica persona que tiene 72.000 millones de dólares, y no lo digo por ese constante señor, sí, señor que sigue al sencillo acto de abrir una puerta y aparecer, sino por el placer que dan esas tardes de martes en las que dudas si darte otra vuelta al mundo, o informatizar desde el paralelo 180 al 188, ambos incluidos, o poner los millones uno encima de otro hasta formar una torre bien alta, desde la que, dejadme que os diga, amigos, se obtiene algo maravilloso, mágico, ventajoso incluso, llamado perspectiva. Entonces, cómodamente instalado ahí arriba, saco el catalejo y empiezo a deambular tranquilamente por el panorama, hasta que de repente aparece claramente una clara señal de chollazo que llama poderosamente mi atención: ¡aquí, invertir aquí, ganancia segura! Casi sin desgana, desciendo de mi torre de marfil y me subo a mi jet privado dispuesto a hacer negocios con todo a mi favor.
-Señor, estamos a punto de aterrizar.
-¿Dónde estamos?
-En España.
-¿España? Bueno, vale, los negocios son así.
-Bienvenido a España, señor Gates.
-Vale, vale, ¿eras tú el que hace un rato hacías señales inequívocas de chollazo seguro aquí?
-Sí, señor, yo mismo.
-Estupendo, bueno, pues cuál es el chollo.
-Aquí está, el 6% de la empresa FCC, por un importe de 112 millones de euros.
-Para, para, para, vamos a ver, ¿no tenía FCC una importante exposición de activos tóxicos relacionados con el ladrillo?
-¡Quia! No hay de qué preocuparse, ya nos hemos deshecho de esa mierda, se lo hemos encasquetado al banco malo. Estamos limpios, y mire, señor Gates, estos son nuestros planes de negocio para el próximo año: autopistas en Qatar, autopistas en Brasil, hoteles en la Riviera Maya, acueductos en Segovia y el alicatado nuevo de los palacios del emir Abdullá Demás Detela Telita.
-Bien, bien, me gusta lo que oigo, sigue, sigue.
-Pues muy fácil, en cuanto comuniquemos que el señor Gates se ha comprado el 6% de FCC, las acciones subirán tanto que antes de acabar el día habrá recuperado la inversión y ganado otro tanto.
-Sí, ya veo la jugada. Oye, pues tenías razón, es un chollazo.
-España es así, señor Gates, un país de oportunidades para oportunistas.
-¿Cómo?
-No, nada, digo que es un país con sol, turistas, gente y cosas así. Vamos, que hay que ser un visionario como usted para encontrar chollos aquí.
-¡Buff! No sé, no sé. Bueno, tengo que irme. Me da la impresión de que en algún lugar del mundo necesitan que regale algunos ordenadores. Aunque no sé para qué, últimamente me llevan a aldeas en las que no tienen ni enchufes en las casas. Así poco puedo ayudar con mis ordenadores. En fin, me voy... por cierto, ¿cuándo vais a anunciar el negocio y cómo vais a endulzar la noticia?
-Probablemente, pasado mañana. Tenemos información de que el ministro de Hacienda va a dar una rueda de prensa en la que anunciará que no hace falta repintar la fachada del ministerio y que el dinero ahorrado se piensa invertir en cosas. Entonces, coincidiendo con esa noticia, nosotros daremos la nuestra. La bolsa enloquecerá en cuestión de segundos. Nos forramos seguro. Está todo pensado, quiero decir que están todos los actores untados. En cuanto al cómo, los principales tertulianos del país están al corriente de que algo va a pasar, y han sido persuadidos por mi propia mano para que presenten la cuestión, no como un chollo para usted, sino como un inmejorable síntoma de que la economía del país va cada vez mejor... ¡joder, que estamos saliendo!... ¿Señor Gates? ¿Señor Gates, está usted ahí?
Surcando el aire va ¿un pájaro?, ¿un avión? No, un pájaro en un avión, concretamente un cuervo en un jet privado.
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