jueves, 17 de abril de 2014

¡Al rico desayuno!

Cuando decidimos abrir este blog, nuestra intención era escribir sobre temas que nos interesan, cuestiones del día a día, cosas que nos gusta hacer. Y una de las cosas con las que disfrutamos mucho es la cocina, así que hemos pensado que sería buena idea inaugurar una sección de recetas para compartir nuestros hallazgos culinarios y esos guisitos que nos preparamos con verduritas del huerto. Y como dicen que el desayuno es la comida más importante del día, qué mejor que aprender a hacer una deliciosa granola para empezar con energía. Esta receta la encontramos en un blog para chuparse los dedos, Minimalist Baker, y la hemos adaptado un poco a los ingredientes que solemos tener en casa.


Ingredientes:
- 300 gr. de copos de avena
- 200 gr. de frutos secos
-1/2 cucharadita de sal
-1/2 cucharada de canela
-1 cucharada de semillas de lino molidas
-50 gr. de aceite de oliva
-125 gr. de miel
-1 plátano mediano maduro
(Nota: Se pueden utilizar los frutos secos que se prefieran. Yo he puesto nueces y almendras, pero en otoño añadiré avellanas y castañas. Los frutos secos es mejor comprarlos con cáscara y abrirlos antes de utilizarlos, pero si los compráis pelados, tienen que ser sin tostar porque la granola se mete al horno.)

Modo de hacerlo:
1. Mezclar en un cuenco la avena, la sal, la canela, las semillas de lino y los frutos secos.
2. Calentar a fuego lento el aceite y la miel hasta que esta se haya disuelto.
3. Retirar el aceite y la miel del fuego y añadirle el plátano bien triturado.
4. Incorporar esta mezcla a los ingredientes secos y remover todo muy bien.
5. Extenderlo  sobre una bandeja de horno sin formar una capa muy gruesa y hornear a 180º durante 25 minutos aproximadamente.
6. Remover de vez en cuando la granola para que se dore de manera uniforme. Cuando empieza a coger color hay que vigilarla bien porque puede pasar de doradita a chamuscada en 2 segundos (lo digo por experiencia). 
8. Sacar del horno y dejar enfriar en la bandeja.

Conviene guardar la granola en un bote de cristal con cierre hermético o un recipiente metálico. Está deliciosa con leche o yogur y una manzana cortada en trozos pequeños. En la receta original indica que se conserva bien unos quince días, pero yo siempre me la como antes, así que este dato no lo he comprobado.

¡Qué disfrutéis de un magnífico desayuno! 

jueves, 10 de abril de 2014

La palabra

Tiene la palabra John Rickwater, presidente de la reserva federal de EEUU, anterior jefe de inversión de Goldman Sachs: "La situación está controlada".

Tiene la palabra Douglas Reagan, nuevo jefe de inversión de Goldman Sachs, anterior secretario del Tesoro: "Todo va según lo previsto".

Tiene la palabra Kirk Jefferson, presidente de World Petroleum, anterior asesor económico adjunto a la presidencia de EEUU: "Estamos ante una gran oportunidad".

Tiene la palabra Pródigo Escasos Ratos, presidente de Caja Belvís, anterior gerente del FMI: "Es el momento de comprar acciones".

Tiene la palabra la nueva gerente del FMI, anterior ministra francesa de Economía: "Los hombres de negro supervisarán todo el proceso; pueden estar tranquilos".

                                                                  ...

Pide la palabra Leon Tolstoi: "Si la sociedad está mal organizada (como lo está la nuestra) y un pequeño número de personas tiene poder para oprimir a la mayoría, cada victoria sobre la naturaleza contribuirá, inevitablemente, a acrecentar ese poder y esa opresión".

Pide la palabra Santiago Araúz de Robles: "Indagar las características del estilo de vida de la sociedad rural, tan diametralmente distinta de este en el que estamos inmersos, puede suponer una experiencia interesante, al menos para conocer otra posibilidad, que también tendrá sus deficiencias, pero que puede contribuir a evitar el fatalismo de que el camino elegido es el único".

Pide la palabra Darío Alejandro Escobar: "El ICONA no va a proteger la naturaleza, la va a reservar para que la disfruten unos pocos, convirtiendo la sierra en un museo fotogénico y folclórico a costa del éxodo de sus habitantes, a los que previamente se les ha desposeído de sus medios de subsistencia".

Pide la palabra John R. Mcneill: "Las grandes cantidades de fertilizantes utilizadas durante la revolución verde provocaron la eutrofización de lagos y ríos".

Pide la palabra Iván Illich: "Al hombre moderno se le hace imposible pensar en el progreso en términos de decrecimiento".

jueves, 3 de abril de 2014

Reflexiones en torno a un paquete de quinoa

Fotografía tomada de elurbanita.com
Si hace unos años alguien me hubiera preguntado si sabía lo que era la quinoa, habría exclamado con cara de extrañeza: "¿Quinoa? Ni idea". Ahora, sin embargo, es fácil encontrarla en muchas tiendas y quien más quien menos conoce sus maravillosas propiedades nutritivas. La quinoa aporta proteínas y grasas de excelente calidad, ácidos omega 6 y 3, potasio, magnesio, calcio, fósforo, hierro, zinc, y vitaminas E y del complejo B. Se habla incluso de que es un superalimento, es decir, una de esas maravillas que la naturaleza regala al hombre para que se nutra.
Atraída por tantas bondades y la promesa de un delicioso sabor, en mi última visita al pueblo para aprovisionarme de comida, cogí un paquete de quinoa de la estantería de la tienda, pero de repente mis ojos toparon con una frase impresa en el paquete: "Cultivado en el altiplano boliviano". Un momento. ¿El altiplano boliviano? Eso me sonó muy, muy lejano de la meseta de la península Ibérica, que es donde yo vivo.
Fotografía tomada de kikaboni.com
Así que decidí contener las ganas de cocinar quinoa con verduritas y hacer primero unas cuantas búsquedas en internet. Una vez en casa, tecleé altiplano boliviano y meseta ibérica, pulsé el botón de búsqueda y, segundos después, descubrí que la quinoa se cultiva principalmente a unos ¡9.000 kilómetros de mi casa! ¿Cómo? ¿Tantos kilómetros? Y con un océano de por medio. Lo que quería decir que el paquete de quinoa había montado en barco para llegar hasta la tienda. ¡Qué interesante! Mientras los campesinos que cultivan la quinoa se quedan en tierra, su cultivo más ancestral surca las aguas del océano para viajar a nuevos mundos donde se valorarán increíblemente su sabor y sus propiedades nutritivas. 
Bueno, pensé entonces, tal vez el éxito que la quinoa está teniendo en los mercados de los países ricos sea beneficioso para los territorios donde se cultiva, situados entre 2.800 y 4.000 metros de altitud y en su mayoría deprimidos. Así que seguí mi búsqueda por internet  y la información que encontré me llevó a la conclusión de que la población de esas zonas mejora su nivel de vida y se frena el éxodo a las zonas urbanas. Sin embargo, se agrava el problema del acceso a la tierra, ya que los grandes cultivadores la acaparan, y se abandonan otras actividades como la ganadería, que hasta hace poco habían servido como alternativa durante las épocas en las que que el cultivo de la quinoa no aportaba ningún beneficio. Este abandono de las actividades paralelas supone un grave riesgo, pues si la cosecha no es buena o se pierde, los campesinos carecen de cualquier otro apoyo económico. Es lo que suele suceder cuando se sustituyen los sistemas de economía de subsistencia por otros en los que se prima el beneficio económico. Hay incluso instituciones que están alertando de que, debido al aumento de las exportaciones, se están abandonando las técnicas tradicionales de cultivo en las que se alternaban cosechas con épocas de barbecho durante las que los animales fertilizaban el suelo, de modo que se corre el riesgo de esquilmar unos terrenos ya de por sí pobres.
Fotografía tomada de otromundoesposible.net
¡Uf!, todo esto estaba empezando a darme dolor de cabeza, pero aún quedaba otra cuestión importante. Los cultivos procedentes de otros continentes suelen transportarse en grandes buques de mercancías para luego empaquetarlos convenientemente en el país receptor y distribuirlos a los consumidores, lo que conduce al tema de los intermediarios y el precio final. ¿Quién obtiene el máximo beneficio del paquete de quinoa que estuve a punto de comprar en la tienda? Me imagino que, como suele suceder, no es el campesino. Entonces, ¿quién? Los cultivadores a gran escala, las grandes empresas de transporte, los empaquetadores de los países ricos...
Al final decidí quedarme sin comer quinoa. Y si alguna vez viajo al altiplano boliviano o sus alrededores, me hincharé de ella, en vez de volverme loca tratando de encontrar en las tiendas bolivianas ese arroz tan rico que cultivan en Valencia y que tantas propiedades tiene. Casi un superalimento dicen que es.