Después de unos meses de inactividad en el blog, aquí estamos de nuevo, con mucha energía y ganas de darle un cambio a nuestro proyecto. Y es que en este tiempo de silencio, hemos repensado lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos.
Cuando empezamos a ofrecer nuestros productos de cosmética hace ya algunos años, nuestra primera idea fue elaborar únicamente productos de caléndula. La caléndula la cultivamos en nuestro huerto y el aceite de oliva lo compramos en un pueblo cercano, así que elaborar productos con esos dos ingredientes como base era la opción más sostenible que se nos ocurrió.
Sin embargo, aquel deseo inicial se fue transformando ante la posibilidad de tener una lista de cosmética amplia que incluyera algo para todos los gustos, para todas las necesidades, para todas las edades. Actualmente, es increíblemente sencillo acceder a cualquier ingrediente que queramos añadir a nuestro jabón o crema, por exótico que sea. Basta un clic en el teclado del ordenador y a los pocos días aparece en tu casa como por arte de magia.
A pesar de todo, siempre te falta algo. Cuando no es el jabón de rosa mosqueta, es la crema de baba de caracol, y cuando no la piedra de alumbre. Así que hemos ido comprando más y más ingredientes hasta que un día, al mirar el armarito de los aceites, pensamos: ¿es esto realmente lo que queremos hacer?; ¿de verdad necesitamos todos estos aceites, magníficos sí, pero exóticos y carísimos y que dentro de un año van a quedar muertos de risa en su frasco porque han pasado de moda?
De modo que hemos adoptado una postura intermedia entre la idea original basada en la caléndula y el frenesí acaparador que nos había invadido últimamente, y hemos simplificado nuestra lista de productos para intentar que la mayoría de los ingredientes sean locales. El aceite de oliva, adquirido en pueblos cercanos, será la base de casi todos nuestros productos. Y para añadirle más propiedades aún, utilizaremos hierbas cultivadas por nosotros o recolectadas en los alrededores. Aún así, mantendremos ciertos aceites que nos parecen muy interesantes, como el de argán o el de rosa mosqueta. Y aunque en un principio la lista de productos haya quedado bastante reducida, esta nueva apuesta nos obligará a buscar nuevas plantas, nuevas combinaciones, nuevas opciones con lo que tenemos a mano.
A nosotros nos encanta este nuevo giro que ha dado el proyecto de Gente Lombriz, y esperamos que a vosotros también os resulte interesante.
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