viernes, 1 de mayo de 2015

Masanobu Fukuoka

¿Puede el agricultor que menos suda sacar la cosecha más abundante?

¿Puede el agricultor que gasta menos dinero en cultivar un buen terreno obtener la cosecha más estupenda que tus preciosos ojos hayan visto?

La respuesta es sí, y el agricultor se llama Masanobu Fukuoka.

Pero, ¿cómo lo hacía? Afortunadamente, nos ha dejado varios libros en los que explica su manera de trabajar la tierra, o mejor dicho, su manera de no trabajar la tierra, que según sus propias palabras se llama 大 篆 書, lo que traducido del japonés al inglés y del inglés al español viene a significar: la agricultura del no hacer.

En el mundo ecoagricultureta, los libros de Fukuoka son bastante conocidos, pero siempre que nos juntamos entre nosotros nos preguntamos lo mismo: ¿cómo hostias hace para no hacer?
Al fin y al cabo, decimos, aunque no utilices la química mortuoria, si quieres vivir de la finca, tienes que motoarar, motoestercolar, podar, injertar, instalar el goteo para que la fruta se hinche e, inevitablemente, luchar contra las plagas a base de sustancias permitidas por la agricultura con sello ecológico. Es imposible no hacerlo.

Una tarde estaba yo hablando con un chavalote en un C.S.A. precisamente de este asunto ,y justo en el mejor momento de la conversación, sonó el móvil.

-Perdona -me dijo.
-Vale tío -dije yo.

Mientras él hablaba, yo seguí dándole vueltas al tema para, en cuanto el chavalote terminara la sesión de telefonía, abuchararle con algo contundente que me permitiera percutir del tirón sobre su oreja, ñam, ñam, y llevar la iniciativa de la conversación.

-¿Qué decías? -preguntó al colgar.

Yo le iba a soltar una cosa que ya tenía ensayada, pero en ese momento me vino una nueva idea a la cabeza y contesté:

-Tronco, pues que Fukuoka no tenía teléfono móvil, ni fijo, ni wi-fi-wi-fo. Tampoco quedaba con los colegas para ir a la bolera, ni utilizaba motomáquinas de ninguna motoclase. Además, vivía en una choza humilde sin luz ni agua, plantaba poco y lo que plantaba era de variedades pero que muy adaptadas de toda la vida al entorno. Se alimentaba con una dieta básica, fresca y de temporada, y dedicaba bastante tiempo a practicar la respiración consciente, chakra para arriba chakra para abajo, y a pasear por la finca maravillado por todo lo que encontraba. ¡Oh, qué flor más hermosa! ¡Vaya, qué hostia se acaba de pegar aquel pájaro!
-¿Cómo dices?
-Pues que llevaba una vida sencilla y por eso no tenía que hacer nada. Todo lo que necesitaba lo tenía a mano, a pierna o lo llevaba consigo en forma de la alegría de estar vivo, consciente y sin tener egofantasmas interiores ni paranoias colectivas, además de...
-Perdona otra vez... Sí, dime, te oigo fatal...

Masanobu Fukuoka, no sé si lo he dicho ya, tenía una perilla parecida a la que yo me estoy dejando y una expresión en la cara que ya me gustaría a mí.

La gente hace cualquier cosa con tal de parecerse
a sus ídolos. Si lo sabré yo.





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