El politólogo dice que desde la aparición de su partido ya están empezando a cambiar algunas cosas, y cita como ejemplo la abdicación del rey. Cuando en realidad, ahora tenemos dos reyes alojados en plena espaldachepa.
El politólogo cita de memoria a Buster Benjamin: "En momentos de cambio se generan unas expectativas que pueden no convertirse en realidad, pero suponen un excedente de utopías que las siguientes generaciones pueden reivindicar". Sin embargo, no dice nada del gran Ego Perkins, que todo lo emponzoña.
La situación actual es un buen ejemplo de ello. Cuando el politólogo se mete en política, habla de su partido como un instrumento al servicio del cambio (hacia aquellas utopías que quedaron atrás, digamos en la Transición). Pero se lleva tal cantidad de aplausos pueriles y ataques viles, que en poco tiempo le diagnostican carcomición de bazo con peligro de extenderse al duodenoano, es decir, la política le empieza a dejar secuelas en el Ego Perkins. Ahora ya no habla de su partido como instrumento al servicio del cambio; habla de que su partido es el cambio. Por eso, cuando le preguntan por la posibilidad de presentarse a las elecciones generales en una candidatura de unidad, junto a otros grupos afines o casi delfines, responde que su candidatura es la unidad y todos los que quieran unirse a ella serán bienvenidos.
El politólogo explica en sus clases el libro de Maquiavelo; en su escaño, el político es el propio príncipe de Maquiavelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario