Si el
lobo se pudiera esquilar, ordeñar
o se
pusiera de moda
en los
restaurantes Michelín,
más de
uno saldría a defenderlo
por
defender su inversión en el sector.
Como nada
de esto sucede,
y además
come por sus propias fauces,
la
administración y los ganaderos
lo
consideran un bandido
que no
respeta la propiedad privada.
Para
tratar de resolver el problema,
convocan
reuniones a las que asisten
representantes
de todas las partes,
menos la del lobo.
menos la del lobo.