martes, 15 de marzo de 2016

SOS abejas

1.

Se comenta por ahí
que las abejas están muriendo en masa.

También se comenta que la desaparición de las abejas
sería un auténtico marronazo para la humanidad,
porque son responsables de polinizar
el 88,17% de las viandas
que nos mantienen finos y fibrosos.

Pero, lejos de estar preocupados por el asunto,
o más bien, viéndolo como una oportunidad,
algunos listillos están ocupados en encontrar la manera
de conseguir plantas que se polinicen artificialmente,
sin necesidad de las abejas para nada.

Llegados a este punto de la situación,
si lo que tenía que mantenernos finos y fibrosos
se cultiva en régimen extensivo a tope
de herbicidas, plaguicidas y suicidas,
se recoge en verde, se rocía con varios esprays
para que madure durante el transporte,
entra y sale de las cámaras frigoríficas
de los supermercados hasta que el cuerpo aguante,
y además, se poliniza artificialmente,
tendremos que admitir 
que vamos directos al colapso cardiovascular.

2.

Parece que las investigaciones científicas se afanan en buscar la causa que está matando vorazmente a las abejas tirando de microscopio durante horas. Como si esperasen encontrar algo diminuto que hiciera grandes aspavientos y vociferara en plan: "Sí, soy yo el cabrón que se las está cargando. Venid a por mí si tenéis reaños".

Así nunca descubrirán nada concluyente. Además, a estas alturas de la película todos sabemos que los estudios científicos siempre son favorables al que los patrocina, y ante la duda de tener que elegir entre dos estudios que se contradigan, el juez llegará a la conclusión de que, una vez más, nada en el mundo le impedirá pasar la tarde pescando.

Hay que dejar a un lado el microscopio porque la verdadera causa la tenemos delante de los ojos: un estilo de vida que fomenta todos los vicios y entierra todas las virtudes. Un estilo de vida donde a la avaricia se la llama éxito, y al amor por las cosas bien hechas, anacronismo. De esta manera se propicia  que el hombre sea un lobo no ya para el hombre, sino para la biodiversidad del planeta. Y a partir de aquí, todas las aberraciones son posibles.

Dicen que cualquiera que se deleite pasando las horas muertas mirando el revoloteo de las abejas alrededor de las plantas nunca se acatarrará. Y que aquel que no le vea ningún sentido práctico a tal actividad estará encadenado de por vida al virus de la gripe.

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