lunes, 10 de octubre de 2016

Las manzanas del catedrático se pudren en el suelo

La fruta de las fotografías de abajo está cogida directamente de la propia tierra. Su denominación de origen, para más señas, es: "Recogida directamente del propio manto de la tierra". Por si acaso te da por buscar el sello que lo acredita, ya te digo que no existe, pero lo que sí te puedo asegurar es que llevo un tiempo hincándola el diente y está riquísima. Quizás lo único molesto sea que te crece un poco la perilla a lo Fukuoka. Al fin y al cabo, no todo el monte es orégano, sobre todo los lunes, cuando Atila ya ha vuelto a la ciudad tras el fin de semana.

Los árboles que la producen están en un terrenito bastante chulo que pertenece (hay sello que lo acredita) a un catedrático de arte. El tipo lleva su vida de universidad, de aula y pasillo, de que tal cuadro entra en el examen y tal escultor también. En fin, hace sus horas, firma los partes de asistencia y a final de mes, tracatrá, su majestad la nómina.

Por lo que él me cuenta, le faltan horas porque no paran de sacar libros con nuevas teorías, que tiene que leer para seguir dando pingües conferencias fácilmente desgravables, y no puede recoger la fruta de los árboles. Pero, por muy catedrático de arte que sea tiene que comer fruta, y si no la recoge la tendrá que comprar.

Y aquí es donde quería sacar el colmillo a pasear. Todos hemos oído hablar del arte en términos elogiosos, sin embargo el comportamiento del cátedra en este asunto es francamente bochornoso. Entonces, el arte...

El arte le ha servido para hacer dinero y vivir de perfil en su torre de marfil.


Por lo visto, el cátedra se va todo el verano a dar unas conferencias sobre pintura y transición española. Bueno, que le vaya bien. En cuanto a mí, tendré que afrontar el hecho de que durante una temporada no voy a pisar la frutería. Incluso, si me lo monto bien, puedo coger suficiente cantidad de manzanas como para desecar algunas y vendérselas al nota, ahora que empieza el otoño y viene con dinero fresco después de un ciclo de conferencias de verano. 

El otro día mordí una de las manzanas y descubrí un habitante. Entonces, abrí con cuidado sus delicadas manos de gusano y me encontré un papelito que decía: "El arte nos permite enfrentarnos con nosotros mismos en un escenario, para que no tengamos que enfrentarnos unos contra otros en un campo de  batalla". 



Esta es la fruta recogida del suelo. 


Se pueden apreciar puntos negros e irregularidades, aspectos que rechaza
el mercado y que, sin embargo, nada tienen que ver con la calidad de la fruta.

Aquí se ven dos melocotones: el de la izquierda lo compré ayer y un día después ya está medio pocho.
El de la derecha lo he cogido del suelo donde llevaba diez días. Aunque se ha
 deteriorado un poco todavía puede aguantar otros diez días hasta que me lo coma.

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