El comunismo necesitaba dinero,
era un capitalismo de otra manera, al rojo vivo.
La socialdemocracia necesitaba dinero,
era un capitalismo de otra manera, de Estado.
El ecologismo necesitaba dinero,
era un capitalismo de otra manera, natural.
Las ONGs necesitaban dinero,
eran un capitalismo de otra manera, solidario.
Los centros de yoga necesitaban dinero,
eran un capitalismo de otra manera, espiritual.
Todos sumaban en la gran familia del capitalismo de otra manera,
y no es de extrañar que llegara un momento
en el que resultara más fácil imaginarse el fin del mundo
que imaginar el fin del capitalismo.
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