Primero fuimos conscientes de lo maravilloso que sería
ponerle un cascabel al gato.
Luego nos dimos cuenta de la extrema dificultad
de encontrar al valiente capaz de hacerlo.
Después, para más inri, descubrimos
que había un ejército de semejantes trabajando para él.
Inevitablemente, acabamos llevando nosotros
un cascabel móvil de la marca gato.
Así las cosas, hoy en día, el problema es
¿quién se quita el cascabel del gato?
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