¿Qué clase de persona quiere pintar de verde un planeta que quiere ser azul?

Sube el nivel del mar
y a los que les preocupa no tienen poder,
a los que tienen poder no les preocupa,
y los que tienen medios se frotan las manos
pensando en lo que van a ganar vendiendo flotadores.

Suben las temperaturas cada año
y los que tiene medios se frotan las manos
pensando en lo que van a ganar 
vendiendo aires acondicionados.

Mengua la biodiversidad
y los que tienen medios se frotan todo lo frotable
cuando piensan en lo que van a ganar
ofreciendo sus servicios en el sector 
de la conservación y gestión del medio ambiente.                       

                                              ...

No vamos a renunciar  a nada por voluntad propia,
el cambio climático nos lo va a tener que arrebatar.

Hay pintura verde de sobra como para pintar 
todo un planeta que solo quiere ser azul.

Novillos al capitalismo

Se está poniendo cada día más difícil
hacer novillos al capitalismo.
Siempre hay alguien por la calle
dispuesto a devolverte al redil,
dispuesto a recordarte que no se pisa
la mano que te da de comer.

(Como si esa mano no fuera la naturaleza,
a la que, por cierto, no se para de pisar.)

Traficar con melanina

Con las mismas ansias mecanizadas
que hemos utilizado para machacar la naturaleza,
ahora queremos arreglarla.

Estamos dispuestos a hacer cualquier cosa por la naturaleza,
menos dejar que la naturaleza lo haga por nosotros.

Pero no divagemos,
nos ha tocado vivir tiempos secos y soleados,
y no va a quedar más remedio
que ponerse a traficar con melanina.

La frutería de los jóvenes de la unión

Los consumidores dicen
que en la frutería de la Unión de Jóvenes Fruteros 
hay poca variedad,
porque solo despachan fruta y verdura de temporada.

También dicen que no es cómoda
porque sirven el género 
directamente del plato de la balanza
al continente que traiga el cliente,
y si no trae ninguno, se siente.

La frutería de los Jóvenes de la Unión
se mueve al ritmo que marca la naturaleza,
y los consumidores demandan 
el ritmo que marca la sociedad,
de manera que no es extraño 
que en la puerta principal
no haya mucho movimiento.

(Menos mal que en la puerta de atrás 
hay momentos en los que el trapicheo no para,  
y gracias a ello se van equilibrando las cuentas.)