Una idea muy interesante dice que a través de la ética las personas nos liberamos de dos problemas, por no decir de todos nuestros problemas. A saber:
-Nos liberamos de la posibilidad de que el ejercicio del poder se convierta en tiranía;
-Nos liberamos de la posibilidad de generar un exceso de excedentes que den pie a especular con ellos, a crear un imperio, un enemigo, una catedral del miedo donde poder odiar a gusto al extranjero, al que viene a arrebatárnoslo todo.
Es una idea brillante, todo hay que decirlo, que pretende expandir los límites de la libertad humana, poniendo límites al poder y a los excedentes.
Otra idea dice que a través de la política tres listos pueden controlar dos problemas, que verdaderamente son la base de todos nuestros problemas. A saber:
-Controlar que el ejercicio del poder esté en buenas manos,
para que no se convierta en un caos.
-Controlar la creación de excedentes, de manera que las buenas manos puedan especular a gusto, crear un imperio, una catedral del miedo donde consagrar al ejército que nos libre del extranjero, ese que siempre tiene menos que nosotros y quiere arrebatárnoslo todo.
Es una idea chunga, todo hay que decirlo, que pretende expandir los límites del control, no poniendo límites al poder ni a los excedentes.
Dos ideas se encontraron casualmente en un cruce de caminos. Una decía que el camino era suyo y la otra respondió que ella era del camino. Una sigue allí con el título de propiedad en la mano, la otra siguió adelante caminando con el viento de su lado.
domingo, 12 de enero de 2020
miércoles, 8 de enero de 2020
La señora Julia y la robotización
Hay quienes dicen que la robotización es imparable, y que más nos valdría prepararnos para un futuro donde será obligatorio aprenderlo todo sobre los robots.
De nada sirve empecinarse en actividades manuales de toda la vida. Se trata de aprender a diseñar robots, aprender a manejar robots y aprender, erre que erre, a interactuar con ellos.
Eso es el futuro, dicen, convencidos de hacernos un favor al compartir su lucidez.
Sin embargo, la señora Julia no está de acuerdo. Dice que no entiende que una persona pierda el tiempo en diseñar un robot que, por ejemplo, teja jerséis, cuando podría aprender a terjérselos él mismo. Y, en cuanto al tema de los favores, añade que, cuando quiere tirarse el rollo con alguien, le pide que levante los brazos para tomarle las medidas, porque, aunque no sabe lo que nos deparará el futuro, sabe que en tres meses vendrá el general invierno y un jersey de lana calentito siempre viene bien.
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