Estaba en un cruce de caminos de tierra esperando a un colega para hacer el trapicheo perfecto, cuando apareció una patrulla de la policía rural en plan buenos días, permita un momento de cacheo exhaustivo. Y como no llevaba nada encima, con la misma exhaustividad se tuvieron que marchar.
Diez minutos después del incidente, apareció mi colega sonriente.
-Aquí tienes, 150 semillas de caléndula de las mis caléndulas -le dije a modo de saludo, pasándole un sobre de papel con las semillas.
-¡Hostias! ¡Qué sorpresa! Desde que dejé las inyecciones de morticoides y empecé a embadurnarme de caléndula como si no hubiera un mañana me va de maravilla, y con tus caléndulas todavía más.
-Gracias tío, le pongo mucho amor.
-Se nota por cómo brotan.
-Ya te digo, exuberancia pura.
-Hablando de exuberancia -dijo mi colega frotándose las manos- ¿Has traído eso?
-Claro tío.
Entonces di un silbido característico y al cabo de unos segundos apareció el gato Michi renqueante con una bolsa al lomo un tanto voluminosa.
-Aquí lo tienes, tío.
-Debuti, aquí tienes los talegos.
Cinco minutos después mi colega se fue, y con la satisfacción del deber cumplido y los talegos en el bolsillo, Michi y yo nos encaminamos hacia finca Delirio a seguir cuidando plantas sin odio, sin armas y sin ruido.
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