En el pueblo dejó de nevar como antaño, luego dejó de llover tanto como solía, y ahora está el tema del agua con mucho danger a su alrededor.
Para más mojete, ante el impetuoso empuje del turismo atroz, se ha empezado a construir en laderas donde solo puede llegar el agua por motobombeo, a través de tuberías tan poco apropiadas que se hace necesario abrir zanjas cada dos por tres para ver dónde hostias está la avería.
Cada vez llueve menos, esa es la verdad, y cada vez
el gobierno apuesta más fuerte por el turismo.
Esta era la terca e inamovible realidad de un estilo de vida suicida que nos estaba condenando a la sequía...
y en eso llegó el comandante 19 y mandó a parar.
Se acabó la diversión y empezó a llover.
(Por aquí llevamos tres semanas de lluvia
como hacía años que no se veía en este mes.)
Creo que para todo el mundo ha quedado claro cómo se arregla el problema de la contaminación del aire, del agua y de la tierra. Otra cosa es que volvamos por el mismo camino, que, sin duda, pintarán de muy verde para cobrarlo más caro.
Son cosas que pasan cuando nos distanciamos tanto de la naturaleza que acabamos pagando, el que pueda permitírselo, hasta por caminar por lo poco que queda de ella.
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