Nunca le perdonarán el pecado de haber parado el mundo, el pecado de mostrar que, del contrato social, el Estado está más interesado en la parte del control social que en la de la atención social.
Nunca le perdonarán el pecado de habernos dado demasiado tiempo para pensar y habérnoslo quitado para hacer, el pecado de mostrar cómo resplandece la naturaleza cuando se apagan las máquinas, el pecado de que la corrupción, además de crear una burbuja inmobiliaria, como no podía ser de otra manera, también levantó pisos que son una estafa.
Nunca le perdonarán que haya demostrado con total claridad que desatender la causa para centrarse exclusivamente en las consecuencias es el más fabuloso de los negocios, porque actuar sobre las consecuencias necesita un medio, algo que se pueda comprar, vender o especular con...
El fin nunca fue el justificante de los medios uilizados, siempre fueron los medios lo que justificaron los fines en un mundo materialista.
El mundo nunca volverá a pararse, pronto estará preparada la tecnología 5G para que no vuelva a suceder. Pronto, hasta nuestra temperatura corporal estará geolocalizada, de manera que al menor síntoma se nos pueda obligar a permanecer aislados de manera individual. Así la sociedad del espectáculo podrá continuar. El número de afectados desaparecerá de los medios de comunicación porque serán hechos aislados, hechos que solo interesarán al afectado, y nada más.
Nunca le perdonarán el pecado de haber parado el mundo, como nunca dejarán de alabar la maravillosa tecnología 5G que, más temprano que tarde, será la primera causa de muerte debido a la cantidad de electroondas que van a inundar nuestra vida.
Descanse en paz el mundo analógico, donde todavía la palabra dada tenía valor de futuro. Viva el mundo digital donde la palabra dada solo son ceros y unos almacenados en una nube, que tampoco lo es.
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