Los mongoles de la estepa de Mongolia llevan una vida nómada. Deambulan por la estepa con las cuatro cosas importantes, para no tener que atender ninguna urgencia, y, puesto que así llevan cuatro mil años, habrá que admitir que algo estarán haciendo bien.
Y, aunque es cierto que con este estilo de vida los mongoles de la estepa de Mongolia jamás encontrarán el Bosón de Higgins, ni resolverán ninguna ecuación submilimétrica, ni descubrirán la pastilluki de los 100 años, también es cierto que han tenido tiempo para pensar y llegar a la conclusión de que El Otro, en realidad, es otro como Tú. Por eso siempre dejan la puerta de su hogar abierta y, cuando mueren, los tumban sobre la estepa, para servir de alimento a lo que tantas veces le sirvió a ellos.
P.D. Según las últimas noticias, debido al consumo de kéfir, a los tremendos espacios abiertos que proporciona la estepa y a la capilla que dejan en sus manos tantos procesos manuales en los que participan en su día a día, la incidencia del coronavirus entre los mongoles de la estepa de Mongolia es nula o ninguna.
En realidad, su único problema es que la vida nómada se les acaba, porque el gobierno quiere regular esa vida para tenerlos controlados. Adiós puertas del hogar abiertas, adiós estepa, hola Covid y toda la mierda que queda por venir.
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