Mientras se hablaba de la importancia de la sanidad pública, crecía el número de seguros médicos privados.
Mientras se hablaba de los problemas de la sequía, crecía el número de piscinas particulares.
Cuanto más dura se mostraba la realidad, más bonito se volvía el cuento que nos redimía.
Cuentos que hablan de un pasado común, de cuando todos tenían manos, de cuando nadie tenía nombre.