Llegué a un pueblo abandonado
donde estaba todo por hacer.
Acampé en un prado soleado
y con guantes de siete leguas
empezó a crecer.
Empecé un lunes y el jueves
me dijeron que de eso nada,
con la excusa de que era
propiedad privada.
El viernes abandoné el pueblo
y el sábado volvió a ser
un pueblo abandonado,
donde todo estaba por vender.
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