-No sé yo, no sé yo- decía el búfalo, la rana, la oropéndola. Todos los animales lo decían.
Nadie daba un duro por nosotros aquella mañana cuando todos los animales estaban en el arca, menos nosotros. Solo el dragón de Tasmania dio la cara por nosotros.
-Es que dan pena. No me digas león, eso te dura a ti un asalto. Y tú caballo, una coz en la jeta que le metas al nota, y asunto resuelto de por vida. Y tú, antílope, ¿es que quieres todas las moscas para ti solo?
-Está bien, que suban, dijeron los animales con bastante desgana.
Así fue como la humanidad se salvó del diluvio universal. Gracias al speech que se marcó el dragón. El resto es historia sabida: en 1621 los humanos hicieron una comida para dar las gracias a los animales, y luego ya, fueron saco.
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