Ese día en el que los indios piwopoque se hicieron cargo de los moribundos puritans, cuando podían haber mirado para otro lado.
Ese día en el que el capitán Salgueiro Maia se puso delante de un tanque, cuando podía haber seguido con su vida, como después hizo al rechazar los honores.
Esa mañana de Navidad de 1914, cuando los soldados se empeñaron en jugar al fútbol, desobedeciendo las órdenes de quedarse en su puesto de combate.
Esos días en que tantos celebraron la fiesta de la cosecha, sin un solo detalle al gusto del turista.
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