La solución a la sequía siempre ha sido la misma en todas partes y durante los siglos de los siglos: plantar árboles y valorarlos como una más de la familia. Incluso la ciencia lo dice claramente: las nubes siguen el camino que les marcan los árboles.
Además, la tecnología no puede sacar agua de donde no la hay, por muy tecnología que sea. Es decir, puedes desalar agua de mar, pero, entonces, te quedas sin mar propiamente dicho. El lenguaje popular llama a esta manera de proceder desvestir a un santo para vestir a un fulano que pasaba por allí.
La solución a la sequía que propone una sociedad donde el valor fundamental es el económico solo puede ser económico: gastarse la pasta en apañar griferías, entubados, transporte del líquido elemento, etc. De hecho, vamos a llegar a un punto en el que el teflón escasee en las tiendas como en su día escaseó el papel de comunión en los tiempos del Bicho 19.
Obviamente, para aquel que no pueda pagarlo no es ninguna solución, y aquellos que puedan pagarlo podrán aguantar más tiempo.
Algunos dirán que con la sequía la buena gente se dará cuenta del valor del agua, y otros contestarán que con la sequía esa misma buena gente se dará cuenta del precio del agua.
Ahí lo dejo, me tengo que ir a por agua antes de que den las ocho de la mañana y la cola en la fuente llegue hasta la casa de Vicente.
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