martes, 15 de octubre de 2024

El vecino y el telegobierno

 

El vecino puede resolver a las seis y once, hora local, un asunto importante con una nota que viva en Singapur y, a las seis y cuarenta y ocho, volverse a la cama como si nada.

Luego, a las once y doce minutos puede pasear otros diez hasta el Ayuntamiento del pueblo para resolver otra cuestión importante, a la que tres años y trece minutos después le contestarán que, con la nueva ley, ahora eso lo lleva la Junta.

El vecino está enamorado de la inmediatez de Internet y echa pestes de la tardanza de la instituciones del Estado.

El vecino piensa que ya se podría telegobernar el mundo, como si desde que se inventó la televisión no hubieran hecho otra cosa.

P.D. El vecino telehabla con mucha gente y apenas habla con su vecino.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Las manos del cirujano son las mismas que las manos del zapatero

 

Si al cirujano nadie le vendiera zapatos tendría que dejar la cirugía para aprender full time los secretos del noble arte de la zapatería, porque, si no, dime tú cuánto aguantaría el fulano pisando asfalto sin calzar.

Nadie duda de la necesidad de la cirugía ni del esfuerzo que supone ser cirujano, y sin embargo, parece que todo está montado para que la necesidad de calzado y el esfuerzo que supone ser zapatero sean menos valorados.

No es fácil autohacerse un calzado cómodo y duradero que te puedas poner en cualquier época del año. Un cirujano es igual que un zapatero, hay que reconocerlo así, de lo contrario creamos un conflicto de la nada entre Dioses y Monstruos.

martes, 8 de octubre de 2024

La ley del bicho, segunda parte

 

No es el bicho en sí mismo

lo que juega con nosotros,

es la cara que va impresa en él

lo que hace con nosotros

 lo que quiere.


Si llevara impresa 

tu cara o la mía,

el bicho no sería ni bicho 

ni calcamonía.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Las estrellas hacen de guía, pero el camino lo hacemos en La Tierra

 

Algunos parece que necesitan viajar al espacio exterior en un cohete espacial privado y sacar la cabeza por la escotilla, embutidos en un traje especial de un millón de dólares, para decir: "Oh, qué bonito. La Tierra es preciosa. Terrícolas, amaos los unos a los otros, porque el planeta es maravilloso".

Luego, cuando bajan de la nube, vuelven a su rutina de magnate y bandera nacional a la entrada de su palacete.

¡Como si hubieran perdido la capacidad de asombro al ver a las cigüeñas construir nidos de 500 kilos, con tal solo ramas, ramitas y algo de hilo!

¡Como si ya no pudiesen reír con la broma que les gasta una ardilla al dejar caer una piña justo a sus pies, cuando caminan por el bosque!

Viajan hacia las estrellas para ver brillar la Tierra, como si desde la Tierra no fuese increíble ver cómo brillan las estrellas.