sábado, 26 de octubre de 2024

La necesidad, la medida del cuerpo y la edad

 

Sé que cuando estoy totalmente tumbado en la cama mido uno setenta y muchos, sin llegar nunca al metro ochenta. Pero también sé, aunque cueste creerlo, que esa medida no siempre es real, porque la necesidad perentoria de abrigo la adapta a su antojo. Así, la chupa que me regala uno más bajo que yo, que ya no la quiere porque tiene una pequeña mancha de ozono donde no se ve, me viene a la medida, y el jersey que va a tirar otro más alto, porque ha pasado de moda, me hace parecer también más alto.

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Un amigo me da una chupa de su hijo de catorce años, porque con el estirón se le ha quedado pequeña, y a mí, que tengo bastantes canas más, como me voy encogiendo, me viene de perlas.

Otra amiga me da el abrigo de su marido, porque dice que le hace parecer más viejo, y cuando me lo pongo, la gente me pregunta cuál es el secreto de la eterna juventud.

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