Tengo un trato con un frambueso: él me da una riquísima frambuesa al día, y yo le doy todo lo que me pida, cuando me lo pida. Y debe ser que la criatura me ha cogido cariño, porque el otro día me dio dos.
Han pasado un par de meses, y ahora el frambueso se ha puesto bruto. Da tantas frambuesas que puedo cambiarlas por huevos.
Yo solo cumplí con mi parte del trato y el frambueso cumplió con su trato con la vida.
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