Había uno que era el más fuerte y se quedaba con la mejor parte. No porque utilizase la fuerza contra los demás, sino porque se lo había ganado dando la cara al mamut, al que los demás le entraban por la retaguardia.
Todos comían el cacho que se habían ganado, menos un trozo que dejaban para los enfermos y heridos. También el más fuerte, que también estuvo enfermo, que también estuvo herido.
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